Las construcciones, desde las más humildes hasta las más portentosas, constituyen la memoria edificada de una sociedad.
Estudiando las construcciones pueden constatarse los procesos sociales y económicos que han vivido ciudades, pueblos y barrios.
Pero como las edificaciones y los espacios urbanos y rurales son también el escenario presente donde palpita la vida colectiva comunitaria y el entorno donde se plasma el desarrollo futuro, la conservación de ejemplares de la memoria arquitectónica es un imperativo. Su objetivo es legarle a las futuras generaciones un contexto para el presente, tan necesario para adecentar el rumbo por donde transita el individuo y la sociedad.
En los tiempos presentes, el desarrollo de los medios visuales nos permite conservar imágenes de esa memoria arquitectónica, cuando su conservación física es imposible o sucumbe ante la apatía. Una ciudad viva es aquella que reutiliza los elementos del pasado, en este caso el de las edificaciones, para adaptarlas a las necesidades del presente y para construir un futuro innovador.
En ese ánimo invitamos a nuestros lectores a compartir con el público cualquier imagen existente o desaparecida de la memoria arquitectónica de las comunidades urbanas y rurales de Salinas.
Comenzamos hoy la serie Memoria Arquitectónica con una foto de la Casona Godreau- Marrero, que estuvo localizada en la esquina norte de las calle Palmer y Sol,
del casco urbano de Salinas.
Dante, el edificio que ocupó la LLave de Oro que construyó nuestro abuelo José Isabel Sosa Medina en la calle de Cayey es de 1923, es decir, se edificó antes que se edificara en 1925 el edificio de la Plaza del Mercado, que como bien dices, antes de 1925 era un solar que se utilizaba como mercado en el que habian puestos rústicos y se realizaban ventas ambulantes.
Sergio: Sobre el tema de memoria arquitectónica debo señalar que nuestro abuelo materno Don José Isabel Sosa Medina, aventurero comerciante en quincallería, dejó muestras de su pasión por las construcciones de avanzada. El vivió en casi todos los pueblos de P.R. En Salinas se casó, a principios del Siglo 20, con Eusebia Santiago Ortiz, una nieta de Don Francisco Ortiz, quién era hijo de Doña Saturna Ortiz, cuyos orígenes pueden fácilmente remontarse desde Coamo a la fundación del Pueblo de Salinas.
Esa familia Ortiz era propietaria de los terrenos del centro del Pueblo, parte los cuales aún somos dueños. Bello, como le llamaban coloquialmente al abuelo, se prendó de Cheba, la nieta mayor de Don Francisco, se casó con ella y se estableció con fines permanentes en Salinas.
Inmediatamente montó un puesto en el Solar de Ventas del Municipio, sitio donde hoy enclava la Plaza del Mercado Municipal. Al poco tiempo compró un solar en la calle de Cayey justo al frente del solar que se usaba de mercado. En el solar que compró construyó un moderno edificio en 1931, creo, donde luego estuvo la llamada “Llave de Oro“, que hoy es una fonda. En 1933 contrató al Maestro de Obras de Ponce, Hilario González, el cual fue traído a Salinas, por Don Juan Bertoli, para que le construyera la única obra arquitectónica antigua en concreto armado que conserva Salinas, frente a la Plaza de Recreo Las Delicias.
Nota que siguiendo las líneas arquitectónicas de ese edificio también está una estructura en la calle Baldorioty esquina Monserrate, local que por muchos años ocupo el Correo Federal. Fíjate en las líneas de las dos estructuras construidas a la entrada hacia el Pueblito, hoy Plaza de los Fundadores, una de ellas hoy es un Laundry y la otra, que fue mutilada cuando se dedicó a Farmacia, hoy está desocupada, y te darás cuenta de que parece ser cierto, lo que por años he escuchado, de que fueron obras construidas de alguna forma por influencia de Don Bello. Bueno, lo que desapareció, desapareció. Sin embargo, fotos como la que presentas de la Casa Godreau-Marrero deben de existir de otras estructuras y vale la pena rescatarlas.
La casa diseñada por Juan Bertoli a la que se refiere Dante y que trajo al arquitecto a Salinas es precisamente la casona frente a la Plaza cuya reconstrucción lamentablemente está paralizada y cuyo abandono amenaza con destruirla.
Esa casa fue mandada a hacer por Don Jacobo Ramos, un farmacéutico que estableció botica en Salinas en los primeros años del siglo 20. Ese boticario, familiar de don Ángel Ramos, fundador de las empresas El Mundo, le vendió posteriormente esa casa al médico Juan P. Cardona que allí vivió por muchos con su esposa Concepción Benvenutti y su hijo Hugo Cardona Benvenutti.
La casa fue adquirida por el municipio con la idea de reconstruirla para utilizarla con fines culturales. La reconstrucción comenzó hace cerca de 10 años, pero por razones que el pueblo de Salinas desconoce, se paralizó y allí está abandonada a la suerte, sin que se conozca cual es la situación y se piense en alternativas para resolver este asunto.
Quizás la Legislatura Municipal debería investigar este caso e informar al pueblo lo que ocurrió con los fondos asignados y buscar soluciones para, primero protegerla del vandalismo, y segundo para allegar subvenciones federales o estatales que permitan concluir la conservación de la estructura diseñada por el arquitecto Juan Bertoli.
Eso que cuenta Dante, tiene sabor a historia, leyenda y mitología. Elementos, si se quiere, nutrientes, que combinados forman una historia, tan rica y tan digerible, como rica y digerible es la historia novelada de nuestra América. Ahora que leo su narración, recuerdo que ese edificio del que el habla y aquel otro llamado, creo, LA LLAVE DE ORO, fueon estructuras que rompían el modelo arquitectónica de aquel Salinas de mis mejores días. Los arcos y las medias lunas. Los soles truncos que protagonizaron una de las mejores obras de nuestra dramaturgia, recuerdo haberlos visto en aquellos modelos de arquitectura de cierto corte renacentista. La Luis Muñoz Rivera y La Logia eran los otros ejemplos que ubicaban a Salinas, pueblo tan culturalmente embutido en el yanquismo rampante a causa de la Central, pequeño y en cierto sentido remoto, dentro de la mejor tradición de obra con ínfulas de eternidad. Hace falta escribir más sobre estos temas.
Al entrar a la derecha en el Teatro la Perla hay un Busto en madera muy fina. Es de Juan Bertoli Calderoni. Arquitecto corso que vivió en Ponce durante la época de oro de la Ciudad. El fue el que diseño ese Teatro y la mayor parte de las casas de Ponce son creación de su genio. Fue contratado, por el farmacéutico Jacobo Ramos, para que le construyera su casa en Salinas y allí conoció al maestro masón don Casimiro Vázquez, el esposo de Vicenta Ortiz Díaz (Doña Tita) una Tía abuela de mi madre Tilita. En esa relación conoció también a la hermana de doña Tita, mi otra tía bisabuela Felipa Ortiz Díaz. Bertoli, procreo dos hijos con Felipa. De esa relación amorosa nacieron los primos de mi madre Tilita, Rafael y Enrique Bertoli.
Lo que evidentemente es cierto es que Bertoli, a fuerza de estar detrás de Felipa, hizo muy buenas relaciones en Salinas y puede verse su intervención profesional en las casas del Pueblo. Santé Lefebre, me dijo que su casa frente a la Plaza del Mercado la diseño Bertoli. La casa de Don Fano, la de Pedrito Collazo, la de los Paravisini en la Calle de Guayama, esa misma de Dona Lilliam y Guillermito Godreau son de su hechura. Bueno, la casa de Doña Tita, en que vivimos mi madre y yo con mis hermanos por muchísimos años en el Patio Ortiz, aunque pequeña era una joya de distribución de espacios que no olvido. En fin la arquitectura de Salinas fue hechura de Bertoli. Mira la Barriada Nueva, la Ciudad Perdida y demás y compara con Ponce y llega a tus conclusiones. Mi Tía bisabuela Tita era una mujer muy fina y junto con su esposo masón tenían por amistades gente de alta sensibilidad. Luisito Benjamín, el pianista salinense, vivió en la Casa de mi tía Tita y fue maestro de música en Salinas. Recuerdo el Piano y sus prácticas cuando yo tenía apenas cuatro o cinco años. Hasta aquí el bochinche.
Josúe, como siempre, que oportuno son tus comentario para ubicar a nuestros lectores en la justa perspectiva que quiere trasmitir Encuentro Al Sur. Precisamente conservar físicamente o en imágenes edificaciones no es meramente apego romántico para idealizar el pasado. La memoria edificada de un pueblo son documentos oportunos para explicar los significados denigrantes o elevados que hay detrás de la estructura. Así, cuando miramos las chimeneas de Aguirre es preciso apuntar que detrás de su presencia hay toda una historia de coloniaje y explotación económica con rostros de pobreza y miseria para Puerto Rico y enormes beneficios para el capital estadounidense y sus intereses estratégicos.
Aun cuando en medio de las luchas políticas y sociales los pueblos suelen destruir los íconos edificados de los déspotas, una imagen o edificación conmemorativa del ícono desaparecido sirve de referente, tanto a los intelectuales como al público en general, para reencontrar los hechos reales detrás de la edificación. Ese es el caso de la edificación que en Paris recuerda el lugar donde estuvo la Bastilla.
Recordemos que la arqueología tiene como objeto de estudio los restos dejados tras la presencia pasada de los grupos humanos. Cientos de estructuras desenterradas cuentan lo sublime o lo atroz de esos asentamientos humanos. Estructuras como el Coliseo Romano no merece ser derrumbado porque allí se llevaron a cabo las torturas y ejecuciones más atroces de la llamada civilización Romana. Al contrario, allí está ese patrimonio edificado para recordárnoslo.
Hay una foto en que se observa la estructura en toda su magnificencia. Creo que una toma más antigua que la que aquí aparece. Es lamentable, y ahora suelto un fuetazo, ver como el apellido y el legado de holgura de estas familias no va cónsono con la sensatez de conservar, para la historia, las cosas que no deberían caer en la mesa de negociaciones. La foto cuenta dos historias. Si somos rigurosos tres y en todas pierde el pueblo.